Isabel
me regaló, hace un año, el sillón floreado de tres cuerpos y me dijo que sería el único
sillón que la gata no iba a rasguñar. Cuando mi primo Agustín se mudó a Garré,
le dijo que si llevaba a su perro Kimba, el perro se iba a morir. Cada vez que
nos mudamos ella dice si ese lugar va a traer felicidad o no. Hace unos meses
pensé en lavar los acolchados blancos que cubren el otro sillón, pero ella
dijo: cuando los laves se va a romper el lavarropa.
Yo tenía una vecina muy parecida a Isabel, por suerte me mudé y nunca supo.
ResponderEliminarBeso