miércoles, 1 de abril de 2020

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Poner una pastilla de vitamina c en un vaso con agua.
Abrir las ventanas
dudando si es el horario preciso.
Mirar un gato que pasa.
¿Cuándo me voy a dignar a jugar con él
si después de todo no me dedico más
que a mover cacharros?
Tomar un sorbito.
Un helicóptero supervisa
el cielo.
Si practicara
-como lo estoy haciendo-
el mecanismo de pensar en el armado de
una fuente de verduras
su tamaño
el cuidado del agua y el uso de la sal
como si fuese un mantra
a través del que estuviese meditando
mientras se me cruzan
inseguridades
mensajes que leí
una visualización de las situaciones
en las que en este momento están mi hijo
y mi hija
diría


prender el horno
no “encender el horno”
o “encenderlo” como acto de desobediencia
o descuido.
Poner la fuente en la bandeja alta
para que se cocine más despacio.
Notar que
la elegancia de los movimientos
y su costumbre
da más fuerza que la inspiración.
Al fin y al cabo, nadie dice
guardar los platos que ya se secaron
dejando afuera los que se usarán en un rato
pero tampoco se está diciendo lo contrario.
Dar vuelta las verduras en la fuente,
tal vez no queden doradas
y se empiecen a hervir,
desconozco las nociones de química más elementales.
Sí puedo escuchar el sonido de las verduras, el aceite
y el gas de fondo.
Situar platos y cubiertos.
Poner una toalla limpia en el baño.
Acomodar los almohadones.
Dar por olvidado el arreglo de mi cuarto.
Acomodar el afiche y el marcador
sobre la mesa
en el que a medianoche vamos a trabajar en una lámina.
Nueva vuelta a las verduras
para que no se quemen como la vez anterior
tampoco vendría mal saber un poco de física
para comprender el fenómeno
que se da a cierta temperatura
y demás condiciones atmosféricas
imperantes en el horno.
Altura, profundidad
tiempo
podría usar la física
para explicar algo.
Poner los vasos
y destapar la pileta.
Agradecer mentalmente a Noe Vera
y a Melina Alexia
por la experiencia
que no se puede comparar
ni con el mejor perfume traído de Francia
por si pudiese con esto nombrar
el romanticismo que me atrae
como a una mosca.
Recordar que la llama del horno
no se puede bajar
a pesar de que gasté
para arreglarlo.
Guardar los cigarrillos
para que no aparezcan como una oferta más
entre los alimentos.
Calentar el agua para el mate
tender la ropa.
Ahora se entiende lo antieconómico de algo así
dispuesto en verso.
Apagar el horno y dejar que las verduras
se terminen de cocinar con el calor
que queda.
Guardar una nueva toalla que ya está seca.
Buscar la foto de un nene
con un perrito.
Mirar por la ventana
dos motos policiales
que detenidas
interceptan a una tercera
que deja caer un papel.
Reenviar mensajes.
Evaluar la posibilidad de hacer una taza de arroz
para acompañar las verduras.
Desde la ventana
curiosear el papel que sigue tirado en la calle
cuando las motos ya no están.
Regular la hornalla.
Armar una bio reducida.
Repetir el tema de Sumo
un momento antes de servir la cena.

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